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Alexa Weyler

 

Un domingo de septiembre de 1991, el 29 para ser más exactos, tuve la suerte de nacer en la hermosa ciudad de Sevilla. Actualmente resido con mi familia en un publecito del Aljarafe.

Estoy graduada en Historia por la Universidad de Sevilla, ya que la historia ha sido una de mis pasiones desde que iba al instituto. Sin embargo, desde hace años he sabido que a lo que verdaderamente quería dedicar mi futuro era a ser escritora. Y lo soy.

 

Sí, escritora, porque como bien dijo una vez J.R. Ward (mujer y escritora a la que admiro y respeto muchísimo), “si escribes, ya eres escritor. Punto”. Y en ese sentido, estoy totalmente de acuerdo con ella. 

 

Tendemos a pensar que hasta que una editorial no publique una novela, y muchas veces ni aún así, la persona que la ha escrito no puede reconocerse como escritor. Yo discrepo. Es cierto que el fin último de todo aquel que escribe una historia es verla publicada, impresa y encuadernada, a la venta en las librerías y reposando tranquilamente sobre la estantería de una casa, pero eso no es lo que condiciona que alguien sea o no escritor. Si tú escribes, relatos cortos, largos, o una simple poesía ya eres escritor y no hay nadie quien pueda negar una verdad así. Es por eso por lo que yo me considero escritora.

 

Aunque parezca mentira, lo cierto es que yo no fui amante de la lectura hasta la tardía edad de trece años, ¡y eso que casi fue un error! Sin embargo, a día de hoy he leído más libros de los que puedo contar en voz alta sin casarme por el camino, y a lo largo de los años aprendía amar como pocas cosas en esta vida el poder de la palabra escrita. 

 

A los catorce años empecé a escribir mi primer relato, cuya extensión fue de dos cuadernos de cuartilla. Descubrí que escribir me apasionaba, podía pasarme horas y horas con un bolígrafo sobre una hoja en blanco, y todo lo demás desaparecía de mi alrededor. Esa sensación fue tan mágica que se convirtió en una droga en la que aún en día sigo enganchada. Empecé a escribir para mí misma, pero no tardé en mostrarles mi trabajo a mis amigos y mi familia, quienes se interesaban por él y me animaban a continuar.

 

Desde entonces, fui esbozando una nueva historia, curso tras curso como se podría decir. No obstante, no ha sido hasta este año cuando por fin he podido empezar, y sobre todo acabar, mi primera novela completamente consolidada; Matrícula de Honor.

 

Como he mencionado antes, el sueño de todo escritor (el fin último) es ver su trabajo publicado por una editorial, y eso es lo que yo me propongo hacer ahora. Sé que no es fácil, menos aún en los tiempos que corre, pero ni tengo miedo, ni me puede el desánimo. Pienso luchar por lo que quiero y lo intentaré una vez tras otra si hace falta hasta lograrlo. Aún así, vuelvo a decir que, independientemente del resultado, me considero una auténtica escritora y ninguna negativa me va hacer pensar lo contrario. 

 

Además, ahora estoy más ilusionada que nunca. Tengo fuerzas y ánimos para continuar trabajando; desempolvar antiguos proyectos aparcados y crear otros nuevos que me rondan por la cabeza. Me gusta escribir novelas románticas de toda clase de género; chick lit, time travel, erótica, histórica (deformación profesional), etc. 

 

 No voy a dejar de escribir, y ojalá todo este trabajo se vea de algún modo recompensado, no importa el tiempo que tarde en conseguirlo.

 

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